Señora Nuestra
y Madre de todos los hombres y mujeres,
aquà estoy como un hijo
que viene a visitar a su Madre
y lo hace en compañÃa
de una multitud de hermanos y hermanas.
Como Sucesor de Pedro,
al que se le confió la misión
de presidir el servicio
de la caridad en la Iglesia de Cristo
y de confirmar a todos en la fe
y en la esperanza,
quiero presentar a tu Corazón Inmaculado
las alegrÃas y las esperanzas,
asà como los problemas y los sufrimientos
de cada uno de estos hijos e hijas tuyos,
que se encuentran en Cova de Iria
o que nos acompañan desde la distancia.
Madre amabilÃsima,
tú conoces a cada uno por su nombre,
con su rostro y con su historia,
y quieres a todos
con amor materno,
que fluye del mismo corazón de Dios Amor.
Te confÃo a todos y los consagro a ti,
MarÃa SantÃsima,
Madre de Dios y Madre nuestra.