Por desgracia, los médicos no sabían cómo mover el tejido cerebral de Bentley, que se extendía varias pulgadas fuera de su cabeza y colocarlo nuevamente al interior de su cráneo. No satisfechos con el pronóstico, la familia Yoder viajó desde su hogar en Ohio hasta Boston para buscar un nuevo tratamiento de los médicos del Hospital Infantil de esa ciudad.
Allí el jefe de neurocirujanos, Mark Proctor, y el cirujano plástico, John Meara, tomaron el caso de Bentley y trabajaron juntos para formular un plan de tratamiento.
"La encefalocele es una enfermedad rara y afecta a un bebé entre millones, pero el caso de Bentley era particular porque tenía gran parte de su cerebro activo", contó a BBC Mundo el médico Proctor.
En la mayoría de los casos, los médicos extirpan la parte del cerebro que se encuentra fuera del cráneo y luego lo cierran para proteger el tejido cerebral restante. En el caso de Bentley, al no poder hacer eso, los médicos hicieron que el cerebro se deslice al interior del cráneo.