"Las pusimos en una escuela libre, las bautizamos, hicieron la primera comunión. Habrían vuelto a la fe, especialmente Marion, pero incluso Anna. El suicidio de una amiga, que se arrojó a las vías del tren, había hecho que rechazara a Dios. Dijo: "Si Dios existiera, Sonia no se habría suicidado". A los 17 años es normal reaccionar así", aseguró el padre.
Sylvie también precisa que su vuelta a la fe fue paulatina, ya que cada vez sentía más deseo y necesidad de rezar.
"Un día entré en la habitación de Anna y Dios me atrajo hacia su Biblia, que había recibido en su primera comunión. Poco a poco la fui leyendo. En otra ocasión estaba sentada en el borde de la cama, rezando y sin que fuera una visión, percibí que Dios estaba allí, frente a mí, nuestras hijas a su lado y María lejos, en un camino. Cada noche se acercaba más y más, y una noche se llevó a las chicas con ella. Desde entonces, estoy en paz. Conozco a mis hijas: sin María, habrían vagado por todas partes. Ahora sé que cuando llegue al Cielo, estarán con María para darme la bienvenida. Ya no temen nada, estoy tranquila. No tendré suficiente tiempo en mi vida para agradecerle a Dios que esté con nosotros", explicó Sylvie a Famille Chrétienne.
Por su parte, Erick asegura que es "más realista" y "sencillo" que su mujer. "Siempre tuve la certeza de que Dios existía. No he tenido una visión, pero sé que el Buen Dios está con ellas, es natural, no puede ser de otra manera. Mi fe nunca se ha visto afectada, aunque mi vida de oración ha aumentado y la devoción de Sylvie a María me ha acercado a la Virgen. Espero que Sylvie tenga razón, pero no pienso en la muerte", destacó.