Un creyente puede perder la fe como causa de sus pasiones y vanidades, mientras que un pagano puede convertirse en creyente a través de su humildad: es el mensaje del Papa Francisco en su homilía de esta mañana en la Misa presidida en la Casa de Santa Marta.
Según señala el Papa Francisco, las lecturas del día hacen reflexionar sobre un camino doble: "de la idolatría al Dios viviente" y, al contrario, "del Dios viviente hacia la idolatría". La meditación del Papa partió del Evangelio, en el que una "mujer valiente", una cananea, o sea una pagana, pide a Jesús librar a su hija del demonio.
Es una madre "desesperada", comentó el Papa, "y una madre, ante la salud de un hijo, hace de todo". "Jesús le explica que él ha venido antes por las ovejas de la casa de Israel, pero se lo explica con un lenguaje duro: 'Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros'. Esta mujer, que ciertamente no había ido a la universidad, sabía cómo responder". Y responde, subrayó el Pontífice, "no con su inteligencia, sino con sus entrañas de madre, con su amor: '¡Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos!'". Esta mujer – explicó el Santo Padre – "no tuvo vergüenza" y por su fe Jesús "le hizo el milagro".