Un sacerdote decidió cerrar el campo de fútbol contiguo a su parroquia debido a la gran cantidad de groserías y blasfemias que se oye allí, además de las botellas que los jóvenes jugadores dejaban al final de los encuentros deportivos.
El P. Adriano Príncipe, párroco de la iglesia de San Rocco en el municipio de Avezzano en la provincia italiana de L'Aquila, decidió cerrar durante una semana el lugar.
Por ello colocó el siguiente letrero: "A causa de las blasfemias oídas y de las botellas arrojadas, el campo estará cerrado durante esta semana".