Por ejemplo, en el Evangelio según San Mateo Jesús recuerda que el Salmo 110 indica: "Dijo el Señor o a mi Señor: 'Siéntate a mi derecha, mientras yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies'" (Mt. 22,44).
En su Carta a los Efesios, San Pablo dice lo siguiente: "La extraordinaria grandeza del poder con que Él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro". (Ef. 1, 19-21).
Al respecto, Bullivant aclaró que San Pablo no considera a "la derecha" como una especie de lugar subordinado en el podio divino. "Más bien, afirma que Cristo comparte precisamente el mismo poder y autoridad que el Padre".
4. Tener en cuenta que Cristo es verdaderamente Dios, como lo es el Padre