Prodigio de Ocotlán: No hay fiesta más grande que celebrar a Cristo, dice Cardenal

Prodigio de Ocotlán: No hay fiesta más grande que celebrar a Cristo, dice Cardenal
Pintura del Prodigio de Ocotlán / Facebook del Señor de la Misericordia de Ocotlán

Este lunes 3 de octubre se celebró la Misa por el aniversario de la aparición de la imagen de Cristo Crucificado en el cielo de Ocotlán, en México, la cual fue vista en 1847 por más de 2 mil personas y por más de 30 minutos en el camposanto de la capilla de La Purísima Concepción de esa localidad.

A este hecho histórico –aprobado por la Arquidiócesis de Guadalajara en 1911– se le conoce como "El Prodigio de Ocotlán" y ocurrió un día después de que un temblor dejara en ruinas a esta localidad del estado de Jalisco, con un saldo de 40 muertos.

La Santa Misa, con la que se concluyó las tradicionales fiestas anuales para conmemorar el prodigio, fue celebrada en la parroquia del Señor de la Misericordia por el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal Francisco Robles, quien exhortó a los fieles a examinar "nuestra condición de discípulos y seguidores del Señor de la Misericordia de Ocotlán" porque "vale la pena celebrarlo con autenticidad".

"No hay fiesta más grande que celebrar a Cristo nuestro Dios y Señor, nuestro rey y padre amoroso, nuestro hermano mayor y amigo, nuestra verdad, vida y salvación".

El Purpurado indicó que "uno de los frutos de auto examinarnos, quizá, ya no sea tener la gracia de volver a ver su bendita imagen en el cielo. Pero si nos revisamos con humildad y sinceridad en nuestra condición de discípulos entonces podremos ver a Jesucristo ya no en el cielo, sino aquí en la tierra".

"Podremos verlo en las calles de Ocotlán, en los hogares y en las familias, porque cada discípulo está llamado a ser una imagen viva de Cristo, con sus mismos sentimientos, actitudes, prácticas e igual relación con Dios y con los demás".

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El Cardenal Robles detalló que de esa forma el pueblo de Ocotlán sería otro "en temas de justicia, fraternidad, paz, respeto a la integridad de la vida humana. Si Cristo, nuestro maestro, se hiciera vivo y presente en cada discípulo suyo, otro sería el mundo".

Por tal motivo lanzó una pregunta a modo de reflexión a todos los fieles reunidos: "¿Si tuviéramos la dicha de volver a ver la imagen de Jesucristo flotando en los cielos y aquí entre nosotros siguieran las mismas condiciones de injusticia, egoísmo, pecado, falta de respeto a la vida o de violencia, de qué nos serviría si nos mantenemos en la oscuridad y en las tinieblas?".

"Necesitamos la gracia de experimentar su misericordia para hacernos testigos y discípulos suyos. Que haya un Cristo viviente en cada uno de nosotros. Nuestro mundo necesita de estas expresiones de amor y misericordia. Como dice el Papa Francisco, 'nuestro mundo necesita la ternura de Dios', pero esta se hará presente en la medida en que nosotros la experimentemos y demos testimonio", añadió.

Finalmente, el Purpurado expresó que "debemos pedir la gracia de ir poco a poco asemejándonos a Él".

"Sigamos celebrando a Jesucristo presente en esta bendita imagen suya y de su misericordia. Sigamos celebrándolo en su palabra, que acabamos de escuchar, pero especialmente en su presencia real en su cuerpo y sangre entregada por nuestra salvación", concluyó. 

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