Desde octubre de 2016 las clases de religión en las escuelas francoparlantes de primaria y secundaria de Bélgica se reducirán a la mitad y serán reemplazadas por una hora semanal de clases del curso llamado educación para la ciudadanía.
Los críticos advierten que a través de estas clases se promoverá el aborto y la homosexualidad, y que como efecto final podrían terminar por sacar de las escuelas a los profesores de religión.
La decisión del gobierno belga se tomó pese a que el 97% de los estudiantes dijeron que querían seguir recibiendo clases de religión.