De este modo, el Santo Padre destacó que "Dios es como un buen padre, es un buen padre, y como una buena madre, también es una buena madre: nunca dejan de amar a su hijo, por mucho que se equivoque, siempre".
Después, el Papa recordó a las madres que visitan a sus hijos en la cárcel y a las personas que están en prisión o en un centro de desintoxicación para destacar la experiencia de leer los textos bíblicos de la bendición a estas personas y hacerles sentir que "permanecen bendecidas no obstante sus graves errores, que el Padre celeste sigue queriendo su bien y esperando que se abran finalmente al bien".
"A veces ocurren milagros: hombres y mujeres que renacen. Porque la gracia de Dios cambia la vida: nos toma como somos, pero no nos deja nunca como somos", destacó el Papa quien puso como ejemplo lo que hizo Jesús con Zaqueo, a quien en la narración del Evangelio de San Lucas (19,1-10) "todos veían en él el mal; Jesús sin embargo ve un destello de bien, y de ahí, de su curiosidad por ver a Jesús, hace pasar la misericordia que salva. Así cambió primero el corazón y después la vida de Zaqueo".
"En las personas marginadas y rechazadas, Jesús veía la indeleble bendición del Padre. Es más, llegó a identificarse a sí mismo con cada persona necesitada" en el relato del Evangelio de San Mateo del capítulo 25.