El Papa Francisco hizo una profunda reflexión sobre la construcción de la sociedad en la que todos los miembros se vean unos a otros como una familia; y en la que se considere los criterios de gratuidad, solidaridad y subsidiariedad para lograr el bien común y en donde nadie quede excluido.
El Santo Padre dijo al iniciar su discurso que "nuestra sociedad gana cuando cada persona, cada grupo social, se siente verdaderamente de casa. En una familia, los padres, los abuelos, los hijos son de casa; ninguno está excluido. Si uno tiene una dificultad, incluso grave, aunque se la haya buscado él, los demás acuden en su ayuda, lo apoyan; su dolor es de todos".
"¿No debería ser así también en la sociedad? Y, sin embargo, nuestras relaciones sociales o el juego político, en el sentido más amplio de la palabra (…) muchas veces se basa en la confrontación que produce descarte. Mi posición, mi idea, mi proyecto se consolidan si soy capaz de vencer al otro, de imponerme, de descartarlo y así vamos construyendo una cultura del descarte que hoy día ha tomado dimensiones ¿Es ser familia eso? En las familias, todos trabajan por el bien común, pero sin anular al individuo; al contrario, lo sostienen, lo promueven".