El episcopado no es una condecoración, es un servicio. Jesús lo ha querido así. No debe haber lugar en la Iglesia para la mentalidad mundana. La mentalidad mundana, dice: "este hombre ha hecho la carrera eclesiástica, se ha convertido en Obispo…"No. En la Iglesia no debe haber lugar para esta mentalidad. El episcopado es un servicio, no es una condecoración con la que jactarse. Ser Obispos quiere decir tener siempre ante los ojos el ejemplo de Jesús, que como Buen Pastor, no vino a ser servido, sino a servir y para dar su vida por las ovejas.
Los santos Obispos - y hay muchos en la historia de la Iglesia, muchos obispos santos - nos muestran que este ministerio no se busca, no se pide, no se compra, sino que se recibe en obediencia, no para elevarse, sino para abajarse, al igual que Jesús que "se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte en cruz". Es triste cuando se ve un hombre que busca este oficio y que hace tantas cosas para llegar hasta allí, y cuando llega allí, no sirve, se pavonea, vive solamente para su vanidad.
Hay otro elemento precioso que merece ser resaltado. Cuando Jesús escogió y llamó a los apóstoles, los pensó no separados el uno del otro, cada uno por su cuenta, sino juntos, para que estuvieran con Él, unidos como una sola familia. También los Obispos constituyen un único colegio, reunidos en torno al Papa, que es el custodio y garante de esta profunda comunión, tan querida por Jesús y por sus mismos apóstoles.
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