A su llegada a L'Aquila (Italia), el Papa Francisco se reunió con los familiares de las víctimas del terremoto de 2009, a quienes agradeció su testimonio de fe y aseguró que "Jesús no deja caer una sola lágrima en vano, ni siquiera una, sino que las recoge todas en su corazón misericordioso".
A las 7.50 a.m. (hora local), el Papa Francisco salió del helipuerto del Vaticano para viajar a L'Aquila, donde 300 personas perdieron la vida en un terremoto que ocurrió en 2009.
Debido al mal tiempo, el Papa Francisco aterrizó en la Piazza d'Armi en lugar de en el Estadio Gran Sasso como estaba previsto. Posteriormente, en la Piazza Duomo fue recibido por el Cardenal Giuseppe Petrocchi, Arzobispo Metropolitano de L'Aquila.