Además, aseguró que el espíritu del mal es aquel que nos hace quejarnos, quien invita al egoísmo y explicó que "la envidia es la puerta por la que entra el espíritu maligno, lo dice la Biblia: por la envidia del diablo ha entrado el mal en el mundo. ¡Nunca envidiar, nunca!", pidió el Santo Padre.
"Cuando permaneces con el vacío en tu interior, el espíritu maligno te acusa, se convierte en el acusador, y te derriba, te destruye. El Espíritu Santo, que te corrige en el camino, nunca te abandona, nunca, sino que te lleva de la mano, te consuela y te anima siempre", defendió.
Además, explicó que "el Espíritu nos libera de la obsesión de las urgencias y nos invita a recorrer caminos antiguos y siempre nuevos, los caminos del testimonio, los caminos de la pobreza, los caminos de la misión, para liberarnos de nosotros mismos y enviarnos al mundo".
Por último, el Papa invitó a ponernos "en la escuela del Espíritu Santo, para que nos enseñe todas las cosas. Invoquémosle cada día, para que nos recuerde que debemos partir siempre de la mirada de Dios sobre nosotros, para movernos en nuestras opciones escuchando su voz, para caminar juntos, como Iglesia, dóciles a Él y abiertos al mundo".