El P. Antony Njoroge tenía todo lo que la vida podía dar, un trabajo bien remunerado como oficial de policía y unos hermanos que lo aman, pero nada lograba llenar el vacío de su corazón hasta que fue ordenado sacerdote a la edad de 41 años.
El P. Njoroge nació en una familia bastante acomodada, su padre tenía un puesto superior en el Gobierno de Kenia y su madre era una católica ferviente y miembro activo de varios grupos de oración en la Diócesis de Nyeri (Kenia).