Obispos de Venezuela: Marchas del 23 de enero son signo de esperanza para el país

Obispos de Venezuela: Marchas del 23 de enero son signo de esperanza para el país
Foto referencial: Facebook Voluntad Popular

Los obispos de Venezuela afirmaron que las marchas pacíficas programadas para este miércoles 23 de enero constituyen un signo de esperanza ante la grave crisis que vive el país.

"Las marchas organizadas para este 23 de enero, en todo el territorio nacional, constituyen un signo de esperanza, algo nuevo que está comenzando a generarse en nuestro país: cambios necesarios para el desarrollo humano integral de cada persona y de todas las personas, pero siempre en democracia y de acuerdo a la Constitución Nacional", indicaron los prelados en un comunicado publicado este martes titulado "El 23 de enero de 1958: hito histórico para la democracia Venezolana".

"Estas marchas no son el final del camino, sino un signo de futuro en proceso que debemos construir entre todos, sin excepción", agregan.

La oposición venezolana ha convocado a marchar este miércoles 23 de enero para pedir la salida del régimen de Nicolás Maduro. El segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional (AN), el opositor Stalin González, dijo que el evento es "el gran reencuentro de los venezolanos".

Por su parte, el presidente de la oficialista Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Diosdado Cabello, anunció que el miércoles también habrá una marcha de apoyo al Gobierno.

Sobre la fecha que usaron para el comunicado, los obispos recordaron que "el 23 de enero de 1958 es una fecha histórica para todos los venezolanos. Es un signo inspirador del triunfo de la racionalidad social ante el abuso del poder; de la unidad del pueblo que se hallaba débil ante la desarticulación de un régimen de atropellos, de corrupción y de represión que encubría dentro de sí todos los males que un gobierno autoritario puede tener".

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El 23 de enero de 1958 un grupo de militares derrocó a la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, que luego huyó a República Dominicana.

El derrocamiento comenzó el 1 de enero con un primer intento de rebelión liderado por el coronel Hugo Trejo, acompañado de oficiales de Caracas y Maracay, principalmente de la Fuerza Aérea. Este levantamiento fracasó y sus principales dirigentes fueron detenidos.

Ese evento hizo que el movimiento popular contra la dictadura creciera y que la represión aumentara. El 21 de enero se realizó una huelga nacional general en la que también hubo enfrentamientos.

El día 22 se reunieron los altos jefes de las fuerzas armadas y formaron la Junta Militar de Gobierno. El 23 de enero, y ya sin apoyo, Pérez Jiménez huye a Santo Domingo. En su lugar asumió el poder la junta presidida por el contraalmirante Wolfgang Larrazábal.

Desde esa fecha de 1958, hace 61 años, dijeron los obispos de Venezuela, "el país marchó en vía de desarrollo, con una democracia que siendo perfectible, logró hacer germinar en varias generaciones los valores inherentes a ella: el mundo de libertades, separación de poderes, el valor de la alternabilidad en el poder, la solidaridad y participación ciudadana, la descentralización, el derecho de asociación, la libertad de expresión e información y muchos otros elementos, que aunque no llegaron perfectamente a una efectiva instalación en la realidad venezolana, influyeron para que la conciencia democrática se enraizara profundamente en la población".

"Lamentablemente, el deterioro de la vida democrática por factores conocidos por todos abrió las puertas a que se fuera introduciendo un régimen de gobierno en el que muchos cifraron sus esperanzas, pero que, a la postre ha resultado contrario a los principios de la ética social y al respeto de la dignidad humana", señalaron.

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La situación actual

"Hoy nos encontramos nuevamente con otro 23 de enero, a los 61 años de aquel acontecimiento que fue significativo en la lucha de la civilidad ante la barbarie. Lo hacemos siendo conscientes del sufrimiento al que ha sido sometido el pueblo venezolano por la acción gubernamental", escribieron los obispos.

Los prelados recordaron su exhortación pastoral del 9 de enero, en el que denunciaron que los venezolanos viven "una situación dramática y de extrema gravedad por el deterioro del respeto a sus derechos y de su calidad de vida, sumido en una creciente pobreza y sin tener a quien acudir. Es un pecado que clama al cielo querer mantener a toda costa el poder y pretender prolongar el fracaso e ineficiencia de estas últimas décadas: ¡es moralmente inaceptable!".

La crisis se ha visto agravada luego que Nicolás Maduro tomó posesión de su segundo periodo presidencial que se extiende hasta 2025. Estados Unidos, la Unión Europea y varios países de la región han declarado ilegítimo este nuevo mandato.

Asimismo, este 21 de enero en varios puntos de Caracas salieron grupos de personas a protestar por la grave crisis humanitaria y en apoyo a los 27 militares de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que en la madrugada del lunes se levantaron en el barrio de Cotiza en la capital del país. Sin embargo, los efectivos fueron finalmente detenidos por el Gobierno.

Los obispos señalan que la situación actual de Venezuela "la hemos calificado de tragedia nacional" y precisaron que "la mayoría del pueblo pide un cambio de rumbo que pasa por un período de transición hasta elegir nuevas autoridades nacionales".

Tras recordar que la juramentación de Maduro es ilegítima, los prelados pidieron a las fuerzas armadas y a los órganos de seguridad que "protejan a la población, la acompañen y respeten con un sentido cívico ante las demandas de sus derechos y de nuevas realidades en el contexto de lo político". Asimismo exhortan a frenar a los "grupos anárquicos que generan violencia".

"El 23 de enero debe ser, además, un día de reflexión y oración. Somos un pueblo creyente y orante", resaltaron.

Para concluir, los obispos encomendaron a Venezuela a la Patrona del país, la Virgen de Coromoto, y pidieron rezar la siguiente oración por Venezuela:

"Jesucristo, Señor Nuestro, acudimos a ti en esta hora de tantas necesidades en nuestra patria. Nos sentimos inquietos y esperanzados, y pedimos la fortaleza como don precioso de tu Espíritu. Anhelamos ser un pueblo identificado con el respeto a la dignidad humana, la libertad, la justicia y el compromiso por el bien común.

Como hijos de Dios, danos la capacidad de construir la convivencia fraterna, amando a todos sin excluir a nadie, solidarizándonos con los pobres y trabajando por la reconciliación y la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y el encuentro, para que juntos construyamos la civilización del amor a través de una real participación y la solidaridad fraterna.

Tú nos convocas como nación y te decimos: Aquí estamos Señor, junto a nuestra Madre, María de Coromoto, para seguir el camino emprendido y testimoniar la fe de un pueblo que se une a una nueva esperanza. Por eso todos juntos decimos: ¡Venezuela!

¡Vive y camina con Jesucristo, Señor de la historia! Amén".

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