Obispos de Colombia: El aborto directo es inmoral y una práctica violenta antivida

Obispos de Colombia: El aborto directo es inmoral y una práctica violenta antivida
Foto referencial. Crédito: Pixabay

Los obispos católicos de Colombia manifestaron su "perplejidad y profundo dolor" tras la decisión de la Corte Constitucional del 21 de febrero de despenalizar el aborto hasta las 24 semanas gestación.

En un comunicado publicado este 22 de febrero en el sitio web de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), los obispos afirman que "sostener que los derechos a la vida y a recibir la protección del Estado, amparados por la Constitución (cf. art. 2. 5. 9), no lo cobijan desde el momento de su concepción, es una afrenta a la dignidad humana".

En ese sentido, "tutelar el supuesto derecho a suprimir una vida humana inocente, pone en riesgo el fundamento mismo de nuestro orden social y del Estado de derecho. El aborto directo es un acto inmoral y una práctica violenta contraria a la vida".

En la nota en la que dio a conocer su fallo, la Corte Constitucional de Colombia señaló que el aborto "solo será punible cuando se realice después de la vigésimo cuarta (24) semana de gestación y, en todo caso, este límite temporal no será aplicable a los tres supuestos fijados en la sentencia C-355 de 2006".

Esto quiere decir que hasta la semana 24 de gestación el aborto no será un delito punible, sin importar el motivo por el que sea realizado; y que luego de este plazo se puede practicar bajo las causales establecidas por el fallo de la Corte Constitucional de 2006.

Las causales son el riesgo para la vida de la madre, el abuso sexual o malformación del niño por nacer.

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La sentencia del tribunal pide al Congreso y al Gobierno nacional que implemente una política pública integral que, entre otras cosas, elimine "cualquier obstáculo para el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos que se reconocen en esta sentencia".

Los obispos indicaron en su comunicado que en ocasiones "la realidad del aborto responde a dramas humanos que acarrean múltiples dificultades y angustias para la madre y su entorno, especialmente cuando el embarazo es consecuencia de violencia sexual o se debe afrontar en condiciones de abandono, exclusión o penuria económica".

"En estos casos, cuando la mujer es víctima, es razonable que tanto la sociedad civil como el ordenamiento jurídico procuren su defensa y protección. Sin embargo, consideramos que la reivindicación de un derecho deja de ser legítima si implica negar o atropellar los derechos del prójimo".

Los obispos recordaron que "no se puede ocultar o minimizar el hecho de que todo embarazo implica la existencia de otro ser humano, distinto de la madre, en condiciones de indefensión y vulnerabilidad, quien tiene a su vez el derecho a formar parte de la familia humana".

Por ello, cuestionaron si acaso "no habrían otros caminos que permitieran salvaguardar la vida de las madres junto con la de sus hijos todavía no nacidos". "El problema del aborto no puede limitarse solo a la mujer gestante, sino que reclama la solidaridad de la entera sociedad", señalaron.

Los obispos manifestaron que "allí donde el mal se enarbola como única opción, queremos ser los primeros en ayudar a encontrar la opción buena cuando el aborto parece ser la solución", e indicaron que esto lo hacen "en nombre de Aquel que vino a traer vida en abundancia".

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Esto, concluyen, lo proponen "con la esperanza de que también el Estado, así como todos los compatriotas de buena voluntad, no escatimarán esfuerzos para proteger y promover la vida humana, aun en las circunstancias más complejas".

Llamados a "defender coherentemente la vida" en todas sus etapas

En un video publicado el 21 de febrero por la noche, el Arzobispo de Bogotá y presidente de la CEC, Mons. Luis José Rueda, recordó que "la Constitución colombiana dice que la vida es el derecho fundamental de todos los ciudadanos y de ahí parten los demás derechos que son defendidos en Colombia y en todo el mundo".

"La razón nos muestra que si defendemos la vida en las etapas más frágiles, desde el momento de la fecundación y en su etapa de gestación, como también en las etapas de enfermedad, nos llevará a ser coherentes para pedir que no se recluten niños, que no haya minas antipersonales, que no haya homicidios, que no haya masacres, que no haya guerra, que no haya violencia".

El Prelado subrayó luego que "estamos llamados a respetar coherentemente la vida desde la gestación hasta la muerte natural".

El Arzobispo recordó que "para nosotros los creyentes, además de ser un derecho natural", la vida "es un don de Dios y seguiremos anunciando, defendiendo y promoviendo la vida humana, desde la gestación hasta la muerte natural".

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