En su nueva columna semanal, el Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unido), Mons. José Gómez, reflexionó sobre cómo la Navidad, semejante al nacimiento de un bebé, cambia nuestras percepciones de tiempo y de espacio porque es Dios hecho hombre quien ingresa a esta realidad.
"Estoy seguro de que ustedes habrán notado cómo un bebé parece cambiar todo en su entorno. El bebé es como un imán que atrae todo hacia él. Todo el mundo es consciente de la presencia del niño y todos quieren acercarse y estar cerca de él... todos están contentos, sonrientes y amables. Sobre todo, nos sentimos muy bien cuando el bebé nos sonríe; la sonrisa del niño es como un regalo o una afirmación", explicó el Prelado.
Lo mismo sucede con la Navidad. Así como un bebé cambia "las prioridades y las personalidades", el Niño que está en el pesebre "cambia la 'habitación' de la misma manera, pero de una forma permanente. Dios viene como un niño para 'desarmarnos'. Viene para resquebrajar nuestros miedos naturales, nuestras resistencias y excusas. Al venir como un niño, su presencia no nos intimida sino que nos invita".