Ponerse al servicio de los demás no significa solamente estar listos para la acción, sino que también hay que ponerse en diálogo con Dios, en actitud de escucha, como lo hizo María. Ella escuchó lo que el ángel le decía y después respondió. De ese trato con Dios en el silencio del corazón, se descubre la propia identidad y la vocación a la que el Señor llama; esta puede expresarse en diferentes formas: en el matrimonio, en la vida consagrada, en el sacerdocio… Todas ellas son modos para seguir a Jesús. Lo importante es descubrir lo que el Señor espera de nosotros y ser valientes para decir "sí".
María fue una mujer feliz, porque fue generosa ante Dios y se abrió al plan que tenía para ella. Las propuestas de Dios para nosotros, como la que le hizo a María, no son para apagar sueños, sino para encender deseos; para hacer que nuestra vida fructifique y haga brotar muchas sonrisas y alegre muchos corazones. Dar una respuesta afirmativa a Dios, es el primer paso para ser feliz y hacer felices a muchas personas.
Queridos jóvenes: Anímense a entrar cada uno en su interior y decirle a Dios: ¿Qué es lo que quieres de mí? Dejen que el Señor les hable; ya verán vuestra vida transformada y colmada de alegría.