No estoy enojada. No estoy amargada. Solo estoy triste. Estoy triste porque esos pequeños latidos que usted veía cada día no lo llenaron de un asombro perpetuo. Estoy triste porque los intrincados detalles y el milagro de aquellos deditos y pies, ojos y orejas no lo sorprendieron. Estoy triste porque usted estaba muy equivocado cuando dijo que un bebé con Síndrome de Down disminuiría nuestra calidad de vida. Y se me rompe el corazón al pensar que tal vez usted aún le dice eso a una mamá. Pero lo que más me entristece es que usted no tendrá el privilegio de conocer a mi hija Emersyn.
Porque, usted verá, Emersyn no sólo ha aumentado nuestra calidad de vida, ella ha tocado cientos de corazones. Ella nos ha dado un propósito y una alegría que es imposible expresar. Ella nos ha dado grandes sonrisas, más risas y besos dulces de los que usted conocerá. Ella abrió nuestros ojos a la verdadera belleza y al amor puro.
Así que oro para que ninguna mamá tenga que pasar por lo que yo pasé. También oro porque usted vea la verdadera belleza y el amor puro en cada sonograma.
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