Por eso, aún en medio de esta cruel peste mundial, podemos fortalecer nuestra fe –como nos exhortó el Papa Francisco el 27 de marzo en San Pedro–, e ir adelante con esperanza. ¡Unidos a Cristo podemos vencer todas las dificultades!
Los invito pues, a aprovechar esta cuarentena colectiva para leer con calma el Nuevo Testamento, y sobre todo los relatos de la pasión muerte y resurrección del Señor. Yo les recomiendo, en especial, los relatos de San Mateo, capítulos 26 al 28. Y de San Juan, 18 al 20.
Sí, es cierto: no tenemos las respuestas a todos los interrogantes que nos plantea el sufrimiento humano, en especial de los inocentes. Pero tenemos la afirmación del amor de Dios a cada uno de nosotros en Jesús, el Nazareno que siendo Dios se abajó a nuestra humilde condición humana, afrontó la muerte en la cruz, pero luego, resucitó, gloriosamente (Fil. 2, 5-11).
Él nos acompaña y nos enseña el camino hacia la paz, la salvación y la felicidad: por la cruz de las contrariedades, de las dificultades de la existencia, del dolor y de la muerte, vamos hacia la felicidad de la resurrección y la vida eterna.