El obispo Mauricio (1213-1228) bendijo, el 20 de julio de 1221, la primera piedra de la que, ocho siglos después, sigue siendo "un imponente edifico de fe". Así ha aludido a ella D. Mario Iceta, Arzobispo de Burgos, en la fiesta de la Dedicación de la Santa Iglesia Catedral.
Construida según los parámetros del gótico de aquel tiempo, ha sido y es "una morada del amor y de la misericordia", un paradigma "cultural, económico, social y de promoción de primer orden" gracias a personas e instituciones que "la cuidan y la miman con cariño" desde hace ochocientos años.
El Arzobispo ha subrayado que el sentido último y teológico de la Catedral está representado en el atrio de Santa María que canta las excelencias de la Madre de Dios: "Pulchra est et Decora" ("Es pura y hermosa"). A ella se encomendó el rey Fernando III el Santo, otro impulsor de la construcción de la Catedral, y ahora ella ha vuelto a rogar el Arzobispo para pedir el fin de la pandemia.