Algunos años después, en 1322, el mismo Papa Juan XXII lo trasladó a la diócesis de Lucera, Puglia (Italia), donde desarrolló una gran obra en favor de los pobres y necesitados, así como en el fortalecimiento de la vida religiosa. Fundó varios conventos, algunos regentados por miembros de su Orden, los dominicos.
Lucera era una ciudad conocida por haber sido el hogar de miles de musulmanes sarracenos deportados desde Sicilia. Estos, en cierto momento, llegaron a expulsar a los cristianos, por lo que la idea del Papa era que la ciudad fuese recuperada. En los años de la ocupación los sarracenos llamaban a la ciudad "Luceria Saracenorum", así que la resistencia cristiana la rebautizó como "Città di Santa Maria" (Ciudad de Santa María).
Al Obispo Agustín Kazotic se le encomendó, entonces, la tarea de reconstruir la presencia cristiana en dicho lugar. Bastó un año para que sus esfuerzos -no violentos- empezasen a dar fruto, lo que le acarreó enemistades entre los líderes de los remanentes de la población musulmana. Fue precisamente un sarraceno quien atentó contra su vida, golpeándolo y dejándolo malherido. Falleció a causa de dicho ataque el 3 de agosto de 1323.
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