FOTOS: Conoce la Ruta de la cuchara, alimento corporal y espiritual para “descartados”

FOTOS: Conoce la Ruta de la cuchara, alimento corporal y espiritual para “descartados”
Ruta de la Cuchara / Foto: Giselle Vargas (ACI Prensa)

Amanece en la ciudad de Santiago de Chile y en medio de su ajetreo, una angosta puerta de madera recibe a los "hermanitos" de la calle. Entran ordenadamente en fila a recibir su primera comida del día, en un lugar del cual todos hablan pero pocos conocen y que marca la primera parada de la "Ruta de la cuchara".

Esta obra solidaria sirve a personas que viven en el alcoholismo, las drogas, el abandono, con trastorno psiquiátrico y que son, en gran medida, ancianos. Ellos recorren distintos comedores solidarios dependientes de parroquias y capillas para poder recibir las comidas del día.

El comedor San Antonio de Padua, ubicado en la Iglesia San Francisco de la Alameda, comuna de Santiago, es un espacio pequeño que acoge de lunes a viernes a alrededor de 50 hombres y mujeres, para dar en forma gratuita leche, té y un pan a todo el que lo pida.

Enrique Carrasco es voluntario del comedor hace tres años y uno de los pocos que puede hacer esta labor todos los días de la semana.

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A él y a los otros cuatro voluntarios presentes los mueve "el amor del Señor" que los alienta no sólo a entregar una "agüita caliente" cada mañana, sino también, llevar a los hermanitos la Buena Nueva de quien "siempre los espera".

"Nos preocupamos de rezar un Padrenuestro y una Avemaría para bendecir los alimentos, por los seres queridos (…) Queremos que sepan que el Señor los quiere a ellos y también los está esperando para enderezar sus pasos".

Por eso, el grupo de voluntarios no descuida detalles. Ese pequeño salón con cuatro mesones, un lavaplatos y unos muebles es ambientado para cada fiesta litúrgica. Enrique cuenta con orgullo que este año comenzaron por primera vez con la catequesis semanal lo que permitirá que uno de los hermanitos haga la Primera Comunión.

Llegado el mediodía, se ubica el comedor Padre Pío a cargo de la capilla Nuestra Señora de América en la comuna de San Ramón, el que abre sus puertas a más de 50 comensales. Este lugar es recordado por la visita que hizo San Juan Pablo II el 2 de abril de 1987 y ese impulso hizo que siete años más tarde se inaugurará el hermoso templo de la Parroquia Jesús Señor de la Vida.

En el comedor San Pío, se encuentran cinco voluntarios que desde temprano elaboran el almuerzo que mantendrá en pie a las personas de calle o a adultos mayores que viven solos en el sector sur de la capital.

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En forma ordenada, cada comensal da su nombre, paga 300 pesos -si es que los tiene- y recibe una cuchara si no la trae consigo. ACI Prensa conversó con Alina Alcaíno, voluntaria del comedor más de diez años desde que la invitó el P. Pablo Palma, fundador del lugar.

"Usted no puede comer un plato de comida sabiendo que hay otros sin nada (…) Cuando llegué a servir al comedor, ahí me di cuenta de la pobreza que hay. Y me las lloré todas y como me gusta cocinar, yo lo hacía con todo el corazón sabiendo que la mejor recompensa es recibir una sonrisa, eso te alegra el alma, es un pago espiritual", comentó Alina quien ahora se desempeña como coordinadora del lugar.

El comedor, al igual que los más de 35 que funcionan bajo el alero de las parroquias en la Arquidiócesis de Santiago, se mantiene con las donaciones en dinero y mercadería que hacen cientos de fieles y, con el tiempo de más de 250 voluntarios que dan vida a estos espacios de solidaridad.

Cada jornada en el comedor es expresión de las tres claves que se necesitan para el servicio con los más desposeídos, planteadas por el Papa Francisco y que son: fiarse de Dios que provee; observar y ser creativos ante las dificultades y darse prisa.

"Gracias a Dios y al Padre Pío que estamos aquí, que estamos cocinando. Nadie nos dice no se preocupen chiquillas tenemos comida hasta fin de año. La Divina Providencia provee a través de los donantes. Tenemos que saber distribuir, tenemos que ser creativos todo para que ninguno de ellos se quede sin comer", afirmó Alina.

Felipe Vicuña es otro voluntario que ha sido testigo de la faceta "menos bonita" que se vive en los comedores: malos olores, insultos y peleas.

"El comedor es vivir la misericordia en pleno, hay mucha gente que carga con mochilas muy pesadas y aquí puedes por lo menos renovar el espíritu. Un plato de comida los alimenta pero, al final se les renueva el corazón, a ellos y a nosotros".

Llega la noche y comienzan a visibilizarse las más de 12 mil personas en situación de calle a nivel nacional. Otros continuarán en soledad y pobreza en sus propias casas quizás sin algo que comer o con quién conversar. Para esos casos también hay comedores que reconfortan el cuerpo y dan esperanza en un mejor amanecer.

Pero ¿Cómo darse cuenta que esas personas están ahí? ¿Cómo acercarse a ellos? Ignacia Lecaros, voluntaria del comedor Padre Pío, da una fórmula para que la limosna que se les da a las personas sin techo pueda darles algo más.

"Tratarlos con dignidad y no generar barreras, ni prejuicios para lograr empatizar con ellos. Hay que mirarlos como mirarías a tu hermano. Mucha gente agradece que los mires a los ojos, que los saludes con cariño. Es un gesto que te da una alegría y esperanza interior que no nos cuesta nada", finalizó Ignacia.

Más información del Comedor San Antonio de Padua y Comedor San Pío o al email jesussenordelavida@yahoo.es

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