El Cardenal Grech también explicó que "no menos fácil para el futuro pontífice será la tarea de mantener la unidad en la misma Iglesia Católica. Entre los extremistas ultra-tradicionalistas y los extremistas ultra-progresistas, entre los sacerdotes rebeldes a la obediencia y los que no reconocen los signos de los tiempos, estará siempre el peligro de cismas menores que no solamente dañan a la Iglesia, sino que van contra la voluntad de Dios: la unidad a toda costa. Pero unidad no significa uniformidad".
"Es evidente que esto no cierra las puertas a la discusión intraeclesial, presente en toda la historia de la Iglesia. Todos son libres de expresar lo que piensan respecto a la misión de la Iglesia, pero de tal forma que sea propuesto en la línea de ese 'depositum fidei' que el pontífice, junto a todos los obispos, tiene el deber de custodiar", agregó
El Cardenal también indicó que "en Occidente, al menos en Europa, el cristianismo mismo está en crisis" ya que "reina un ignorancia y un abandono no solamente de la doctrina católica, sino del abc mismo del cristianismo. Por eso se siente la urgencia de la nueva evangelización que comienza con el kerigma puro y sin artificios anunciado a los no-creyentes, seguido por una catequesis continua alimentada por la oración".