A partir del Evangelio del día, en el que se cuenta la parábola del esposo que invita a su boda a sus amigos y familiares, pero muchos rechazan la invitación, el Pontífice advierte del peligro de dar la espalda al amor, de rechazar la invitación del esposo, la invitación de Jesucristo.
Los invitados que rechazaron la invitación lo hicieron porque estaban ocupados con sus tierras, sus negocios. Francisco destacó la palabra "sus". "Es la clave para comprender el motivo del rechazo".
"En realidad, los invitados no pensaban que las bodas fueran tristes o aburridas, sino que sencillamente 'no hicieron caso': estaban ocupados en sus propios intereses, preferían poseer algo en vez de implicarse, como exige el amor".
Es una actitud egoísta la que lleva a dar "la espalda al amor, no por maldad, sino porque se prefiere lo propio: las seguridades, la autoafirmación, las comodidades… Se prefiere apoltronarse en el sillón de las ganancias, de los placeres, de algún hobby que dé un poco de alegría".