Lo hizo, para "atender a sus compatriotas, especialmente donde estuvieran los más necesitados y fuera más difícil, prefiriendo en principio la zona leal al gobierno constituido", según detalle el Arzobispado Castrense.
Sin embargo, en esa zona fue imposible que acudiera, pues precisamente estaba regida por quienes habían expulsado a los jesuitas de España pocos años antes del estallido de la guerra y desplegaron una persecución antirreligiosa sin precedentes desde los primeros siglos del cristianismo.
Así es cómo el P. Huidobro recaló en septiembre de 1936, a los 33 años de edad, como capellán castrense de en la IV Bandera del Tercio de la Legión "cuyo guión lucía en su anverso el Cristo de Lepanto, precisamente el mismo crucifijo que colgaba del cuello del nuevo páter", explican desde el Arzobispado Castrense.
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