¿Cuál es nuestra tarea en el mundo? El Papa Francisco da la respuesta

¿Cuál es nuestra tarea en el mundo? El Papa Francisco da la respuesta
El Papa Francisco en la Misa para la comunidad congoleña de Roma. Crédito: Daniel Ibáñez/ACI Prensa

"Si nos preguntamos cuál es nuestra tarea en el mundo, qué debemos hacer como Iglesia en la historia, la respuesta del Evangelio es clara: la misión", aseguró el Papa Francisco.

Lo dijo en la mañana de este domingo 3 de julio, al presidir una Misa en la Basílica de San Pedro para la comunidad congoleña de Roma. 

Tras haber cancelado su viaje previsto para estos días debido a sus problemas de rodilla, el Papa Francisco dedicó una Misa a la población de Sudán del Sur y la República Democrática del Congo.

Ante alrededor de 2.000 fieles del Congo presentes en la Basílica, el Santo Padre destacó tres "sorpresas" que Jesús entregó a los apóstoles tras enviarlos a evangelizar el mundo. 

Además, defendió que "como cristianos no podemos contentarnos con vivir en la mediocridad, contando con nuestras oportunidades y conveniencias, viviendo al día. No, somos misioneros de Jesús. Todos nosotros", defendió. 

El Papa explicó que, a pesar de que los apóstoles no estuvieran preparados, el Señor los envió a vengalizar, "y la forma en la que los envía también está llena de sorpresas".

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El equipamento

En primer lugar, el Papa destacó el equipamento y aseguró que "a menudo pensamos que nuestras iniciativas eclesiásticas no funcionan correctamente porque carecemos de estructuras, dinero y medios: esto no es cierto". 

"No confiemos en las riquezas y no temamos nuestra pobreza, material y humana. Cuanto más libres y sencillos, pequeños y humildes, más guía el Espíritu Santo la misión y nos hace protagonistas de sus maravillas", defendió.

Asimismo, explicó que para Cristo "el equipo fundamental es otro: el hermano. Nunca sin el hermano, porque no hay misión sin comunión. No hay proclamación que funcione sin preocuparse por los demás".

El mensaje

Como segunda "sorpresa", el Papa destaca el mensaje, que debe ser un mensaje de paz. "El Señor prescribe presentarse, en cualquier lugar, como embajadores de la paz. Esta es la marca distintiva: el cristiano es portador de paz, porque Cristo es la paz. Con ello reconocemos si somos suyos".

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"Recemos por la paz y la reconciliación en la República Democrática del Congo, tan herida y explotada", pidió el Santo Padre.

"Nos unimos a las misas celebradas en el país según esta intención, y rezamos para que los cristianos sean testigos de la paz, capaces de superar todo sentimiento de rencor y de venganza, de vencer la tentación de que la reconciliación no es posible".

Además, el Papa Francisco aseguró que "la paz comienza con nosotros", con el corazón de cada persona". "Si vives su paz, Jesús viene y tu familia, tu sociedad cambia", subrayó. 

"Tras el saludo de paz, todo el resto del mensaje encomendado a los discípulos se reduce a las pocas palabras con las que empezamos y que Jesús repite dos veces: '¡El reino de Dios está cerca!'" 

"La esperanza y la conversión vienen de aquí: de creer que Dios está cerca y vela por nosotros: es el Padre de todos, que quiere que todos seamos hermanos", continuó. 

Más tarde, el Papa aseguró que "si vivimos bajo esta mirada, el mundo ya no será un campo de batalla, sino un jardín de paz; la historia no será una carrera por llegar el primero, sino una peregrinación común. Todo esto -recordemos- no requiere grandes discursos, sino pocas palabras y mucho testimonio".

El estilo 

Por último, el Papa Francisco explicó que la tercera sorpresa de la misión se refiere a "nuestro estilo".

"El sentido común del mundo dice lo contrario: ¡imponte, sobresale! Cristo, en cambio, quiere que seamos corderos, no lobos. Esto no significa ser ingenuo, sino aborrecer todo instinto de supremacía y prepotencia, de codicia y posesión", dijo a continuación. 

Asimismo, defendió que "el que vive como un cordero no ataca, no es voraz: se queda en el rebaño, con los demás, y encuentra seguridad en su Pastor, no en la fuerza ni en la arrogancia, en la codicia del dinero y de las posesiones que tanto daño causa". 

Ante esto, el Santo Padre invitó a los fieles a hacerse la siguiente pregunta: "¿Vivo como un cordero, como Jesús, o como un lobo, como enseña el espíritu del mundo, ese espíritu que lleva a la guerra?". 

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