"El consuelo es un don divino. Cristo dice en Getsemaní que 'está triste hasta la muerte' (Mt 26,38), por eso se consuela por el Espíritu en la oración con el Padre. De aquí saca la fuerza en medio de la debilidad para ser fiel a su misión de salvarnos", dijo el sacerdote.
"La fuerza del Espíritu es entonces nuestro consuelo, una llamada para entrar en ese misterio del ofrecimiento del Hijo al Padre que nos salva. La vida del cristiano consiste en participar de ese misterio de Amor del Hijo, con todo lo que supone de sufrimiento, entrega y amor hasta el fin", aseguró.
Por último, el P. Pérez Soba aclaró que "el sacrificio es obrar por un motivo sagrado, por un amor más grande que nosotros, que nos transforma. Libera nuestro corazón del apego excesivo a cosas que nos atan y lo dirige a abrazar a Cristo en la Cruz para aprender de Él un amor que nos hace hijos".
"Eso supone un vencimiento interior para que el Señor sea nuestra vida, no se trata tanto de lo que más nos cuesta, sino de lo que más nos une a su don de su vida, por amor al Padre", concluyó.