Por ejemplo, pensemos en el primer encuentro de Andrés y Juan con Jesús, un encuentro que nace de una simple pregunta: "Rabí, ¿dónde vives?". - "Venid y veréis" dice Jesús (cf. Jn 1,38-39). Un intercambio muy breve, pero es el comienzo de un cambio que marcará toda una vida. Años después, el evangelista seguirá recordando aquel encuentro que le cambió para siempre, también recordará la hora: "Eran como las cuatro de la tarde" (v. 39). Es la hora en que el tiempo y lo eterno se encontraron en su vida.
En una decisión buena, correcta, se encuentra la voluntad de Dios con nuestra voluntad, se encuentra el camino actual con el eterno. Tomar una decisión correcta después de un camino de discernimiento es hacer este encuentro. El tiempo con lo eterno.
Por lo tanto, el conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad: son algunos elementos indispensables del discernimiento. A lo largo de estas catequesis veremos otras, igualmente importantes.
El discernimiento -como he dicho- implica un esfuerzo. Según la Biblia, no encontramos ante nosotros, ya empaquetada, la vida que hemos de vivir. No, debemos decidirla continuamente según la realidad que viene. Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad. Por lo tanto, discernir es un reto.