A pesar de esto, el Arzobispo, que también es director del Centro de Estudios Holy Spirit de Hong Kong, afirmó que ahora las cosas están cambiando y "afortunadamente, después de haber trabajado muchos años en el problema, la Iglesia Católica gradualmente se ganó la consideración del gobierno chino, que ahora está dispuesto a llegar a un acuerdo con la Santa Sede sobre la cuestión del nombramiento de los obispos en la Iglesia católica en China y en la búsqueda de un plan recíprocamente aceptable".
Con el acuerdo se busca "no afectar la unidad de la Iglesia Católica ni los derechos esenciales del Pontífice Romano de nombrar a los obispos" y "no permitir que el derecho del Papa de nombrar a los obispos sea considerado una injerencia en los asuntos internos de China", afirmó.
Asimismo trata de responder a quienes creen que este acuerdo podría "ir contra los principios de la Iglesia" y contradecir la carta de Benedicto XVI a los católicos chinos de 2007. "Aunque los términos concretos del acuerdo recíproco no han sido publicados, consideramos que el Papa Francisco, en calidad de protector de la unidad y de la comunión de la Iglesia universal, no aceptará un acuerdo que dañaría a la Iglesia Católica en China y a la Iglesia universal", expresó.