ROMA,
El vaticanista italiano Sandro Magister destacó la "obediencia a la verdad", la gran capacidad de convocatoria del Papa Benedicto XVI; y el don especial que tiene para explicar la teología a todas las personas, como lo más característico de los primeros 20 meses de su pontificado.
En su artículo titulado "Benedicto XVI, un Papa armado con ‘pureza’", publicado en su columna del diario italiano L’Espresso, Magister comenta que el Santo Padre cuenta con una audiencia semanal que es "por lo general más del doble de la de su predecesor, Juan Pablo II, quien en su momento rompió todos los récords. El producto que Benedicto XVI ofrece a las multitudes está hecho nada más que de sus palabras sencillas".
Seguidamente, Magister explica que "en el Ángelus, dos de cada tres veces el Papa explica el Evangelio de la Misa dominical correspondiente, a una audiencia que incluye a gente que no va a la iglesia cada semana y que de repente no va nunca. Lo explica con sus palabras sencillas que exigen y reciben atención. Hay un silencio impresionante en la Plaza de San Pedro cuando está hablando. Al final de esta pequeña homilía, inicia inmediatamente el Ángelus sin hacer pausa alguna, lo que constituye un medio eficaz para evitar los aplausos que sí llegan, pero recién al final de toda la ceremonia".
Para el vaticanista italiano, "el Papa razona incondicional pero serenamente. Sus críticas contra la modernidad o las ‘patologías’ que ve dentro de la Iglesia están plenamente elaboradas. Esa es parte de la razón por la que ha prácticamente silenciado al progresismo católico. No porque los haya hecho amigables a sí, sino porque no es posible responderle con argumentos de igual poder persuasivo". "Benedicto XVI no demuestra para nada signo alguno de inadecuación en comparación con su predecesor", precisa.
Después de resaltar que el Papa sabe "cómo enseñar teología a la gente común, incluso a los niños", el vaticanista comenta que "Benedicto XVI no tiene miedo de criticar severamente a las religiones, comenzando con el Cristianismo, precisamente en nombre de la razón. Él quiere establecer una mutua relación de cuidado y purificación entre la razón y la religión. Por ello dedicó dos tercios de su discurso en Ratisbona a criticar las fases en las que el Cristianismo se alejó de sus bases racionales".
Tras indicar que el "discurso en Ratisbona no es el único texto que Benedicto XVI ha escrito personalmente sin oír a los expertos que ciertamente lo hubieran purgado", Magister informa que "también el discurso que dio en Auschwitz y Birkenau fue totalmente suyo. Y éste también originó desacuerdos y polémicas políticos y teológicos por parte de judíos, secularistas y cristianos. Como Papa, Ratzinger suele actuar con una temeridad que nadie esperaba de él".