La Iglesia Católica ha definido a lo largo de los siglos cuatro dogmas fundamentales sobre la Virgen María: su maternidad divina, su perpetua virginidad, su Inmaculada Concepción y su gloriosa Asunción al cielo.
El P. Román Sol, experto en Mariología y Teología espiritual de la Universidad de Navarra (España), explica que a través del dogma, la Iglesia Católica reconoce oficialmente “una verdad revelada por Dios, contenida en la Escritura o la Tradición”, en la que “es obligatorio creer para permanecer en la fe”.
En este sentido, la definición de un dogma no crea una nueva verdad, sino que sirve para “explicitar, interpretar y autenticar una verdad que ya estaba presente en la Revelación”.
1. Maternidad divina de la Virgen
El primer dogma, la maternidad divina, fue proclamado en el año 431. En aquella época, Nestorio, patriarca de Constantinopla, sostenía que Jesús era dos personas distintas: una divina y otra humana.
Según él, llamar a María Theotokos (“Portadora de Dios” o “Madre de Dios”) era incorrecto, porque sólo existía la naturaleza humana de Jesús, no la divina.