Sin embargo, no ha permanecido pasivo ante las deportaciones masivas y ha pedido a los obispos estadounidenses trabajar unidos frente a este desafío, recordándoles —según declaró el obispo Mark Seitz de El Paso—: “La Iglesia no puede callar ante la injusticia. Ustedes están conmigo, y yo con ustedes”. También ha expresado preocupación por la negación de sacramentos a inmigrantes ilegales en centros de detención.
Esa actitud mesurada pero firme también se refleja en su visión sobre la sinodalidad, una de las grandes banderas del pontificado de Francisco. Sin apartarse drásticamente de sus objetivos, León ha devuelto el concepto a su sentido más profundo:
“Hay gran esperanza —dijo en una entrevista con Crux en septiembre— si logramos seguir construyendo sobre la experiencia de estos años y encontrar formas de ser Iglesia juntos. No se trata de transformar a la Iglesia en una especie de gobierno democrático”.
Reafirmó este pensamiento el 24 de octubre, al dirigirse a los participantes del Jubileo de los Equipos Sinodales y Organismos Participativos: “La sinodalidad no es una campaña; es un modo de ser, una forma de vivir la Iglesia. Se trata de una conversión al espíritu de ser Iglesia, siendo misioneros y edificando la familia de Dios”.
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Esa edificación, esa búsqueda de unidad, es el tema más constante de su pontificado hasta ahora. En la tarde de su elección, dijo: “Todos estamos en las manos de Dios. Caminemos, sin miedo, juntos, tomados de la mano de Dios y de los unos con los otros.”
Consciente de las divisiones dentro de la Iglesia, ha adoptado un tono conciliador y una llamada frecuente a la comunión.
En el tema controvertido de la Misa tradicional en latín, se reunió con el Cardenal Raymond Burke —cuya relación con Francisco fue tensa— y le permitió celebrar la liturgia anterior al Concilio Vaticano II en la Basílica de San Pedro el 25 de octubre, algo que no se permitía desde la publicación de Traditionis Custodes. En su entrevista con Crux, León también expresó su disposición a dialogar con los fieles del rito antiguo, algo impensable en años recientes.
Incluso la reciente nota doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre los títulos marianos, Mater Populi Fidelis (Madre del Pueblo Fiel de Dios), refleja el horizonte más amplio de León XIV.
Al desalentar el uso del título Corredentora para María, el Papa busca tender puentes con otras Iglesias y comunidades cristianas, evitando cualquier obstáculo que oscurezca la centralidad absoluta de Cristo. Así, refuerza la mirada común de los cristianos hacia la unidad en Cristo, con María como primera y más grande discípula y Madre de la Iglesia.
Al Papa León XIV le esperan grandes decisiones y viajes importantes, empezando por Turquía y Líbano a fines de noviembre. El próximo año traerá nombramientos clave, posibles disposiciones sobre la Misa tradicional, quizá su primera encíclica y nuevos viajes, incluyendo una probable visita a Estados Unidos por el 250º aniversario de su independencia.