“Cristo posibilita diversas formas de participación en el cumplimiento de su proyecto salvífico porque, en la comunión con Él, todos podemos ser, de alguna manera, cooperadores de Dios, mediadores unos para con otros”, afirma el Vaticano y recuerda que toda la grandeza de María procede de Cristo y que su misión no se comprende sino en relación a Él.
“Ella estuvo unida a Cristo desde la Encarnación hasta la cruz y la Resurrección de un modo exclusivo y superior a cuanto podría ocurrir con cualquier creyente”, se lee en el texto.
El Vaticano advierte que cuando se intenta atribuir a María “funciones activas paralelas a las de Cristo” se pierde de vista su verdadera grandeza: “la de haber sido completamente receptiva a la gracia y dócil al Espíritu Santo”.
El Dicasterio para la Doctrina de la Fe también analiza el título de “Madre de los creyentes” que, según dice el documento, “es propuesto por el Magisterio y la formulación de su contenido ha ido en progreso hasta la exposición del Concilio Vaticano II”.
El Vaticano subraya que la Virgen está unida a Cristo de un modo absolutamente singular “por su maternidad y por ser llena de gracia”.
Evitar cualquier instrumentación política
Esta unión hace que su valor para la Iglesia sea “tan grande” que los pastores —advierte el texto— “deben evitar cualquier instrumentación política de esta cercanía de la Madre”.
El Vaticano recuerda que el Papa Francisco insistió en diversas ocasiones sobre este punto, manifestando su preocupación ante “las propuestas de tinte ideológico-cultural de diverso signo que quieren apropiarse del encuentro de un pueblo con su madre”.
Por otro lado, el Vaticano asegura que en su maternidad, María “no es un obstáculo interpuesto entre los seres humanos y Cristo”.
Así entendida, se lee en el texto, “la maternidad de María no pretende debilitar la única adoración que se debe solamente a Cristo, sino estimularla”.
Por ello, el Vaticano pide “evitar los títulos y expresiones referidas a María que la presenten como una especie de ‘pararrayos’ ante la justicia del Señor, como si María fuese una alternativa necesaria ante la insuficiente misericordia de Dios”.
Otros títulos marianos con “límites”
El Dicasterio para la Doctrina de la Fe advierte en el documento de otras expresiones como “Mediadora de todas las gracias”, que deben entenderse con precisión ya que presentan “límites” y pueden generar “interpretaciones erróneas”, sobre su papel en la economía de la salvación.
El documento señala expresamente que ese título no siempre suscita “la correcta comprensión del lugar único de María” dentro del misterio cristiano.
El Dicasterio indica que, si se comprende mal, el título de “Mediadora de todas las gracias” podría llevar a una visión deformada del papel de María, como si actuara “en desconexión con nuestra relación personal con Jesucristo”.
“Ninguna persona humana, ni siquiera los apóstoles o la Santísima Virgen, puede actuar como dispensadora universal de la gracia”, asevera el texto.
El Vaticano subraya que esta observación “no es un detalle menor” porque toca un punto esencial de la fe: la primacía absoluta de la gracia divina.
“También en María —afirma el documento—, el don de la gracia la precede y procede de la iniciativa absolutamente gratuita de la Trinidad, en atención a los méritos de Cristo”.
Así, subraya que “no es lícito presentar la acción de María como si Él la necesitara para obrar la salvación”.
Evitar visiones neoplatónicas de la Gracia
El Vaticano también hace énfasis en el riesgo de ciertas interpretaciones “neoplatónicas” de la mediación mariana que conciben la Gracia como un flujo que se derrama en distintos niveles antes de llegar al ser humano.
El documento alerta que tales interpretaciones “afectan negativamente la adecuada comprensión del encuentro íntimo, directo e inmediato que la gracia realiza entre el Señor y el corazón del creyente”.
Sin embargo, el texto matiza que, dado que María está “llena de gracia”, es comprensible que surja en la tradición espiritual la imagen de un “desborde” de esa gracia.
El documento aclara que este lenguaje simbólico no presenta dificultad si se entiende como referencia a las formas de cooperación mariana que ya fueron reconocidas por el Concilio Vaticano II: la intercesión, la cercanía maternal y la invitación a abrir el corazón a la gracia santificante.
En este sentido, María “coopera de modo variado como criatura que participa de la única fuente”, concluye el texto.
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