La presidenta de la Federación de Universidades Católicas Europeas (FUCE), Elena Beccalli, propone una “acción conjunta que abarque todos los niveles de instrucción” para responder a la brecha educativa que impide la escolarización de 61 millones de niños en todo el mundo.
En una entrevista con ACI Prensa poco antes de que el Papa León XIV publicase su carta apostólica sobre la educación Trazando nuevos mapas de esperanza, Beccalli subraya el papel de las instituciones de enseñanza superior católicas en la promoción de un sistema educativo más justo, inclusivo y coherente con la doctrina social de la Iglesia.
“A través de sus redes, tienen la responsabilidad de asumir un papel activo para hacer frente a la falta de instituciones económicas adecuadas para abordar la emergencia educativa, colmando así lo que los economistas denominan falla institucional”, indica.
El principio de subsidiariedad es la llave maestra que permitirá esta coordinación para pasar “de una sociedad en la que el derecho universal a la educación sigue siendo un privilegio para pocos, a otra en la que ese derecho esté garantizado para todos”, señala.
Las universidades católicas, continúa, funcionan como “cuerpos intermedios” e intervienen no “para sustituir de manera definitiva al Estado o a otras instituciones privadas, sino para integrar y fortalecer el tejido institucional”.