5 de diciembre de 2025 Donar
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El Papa León XIV recuerda al Cardenal Merry del Val como “verdadero diplomático del encuentro”

El Papa con los participantes de la audiencia en el Vaticano/ Crédito: Vatican Media

El Papa León XIV conmemoró el 160º aniversario del nacimiento del Siervo de Dios Rafael Merry del Val, recordando su figura como modelo de “fidelidad, humildad y servicio diplomático al Evangelio”. 

“Comprendió —y transmitió con su ejemplo— que la diplomacia de la Iglesia florece cuando se vive dentro de la fidelidad sacerdotal, la de un corazón que ofrece sus talentos a Cristo y a la misión confiada al Sucesor de Pedro”, afirmó el Papa en una audiencia celebrada esta mañana en el Palacio Apostólico.

A la cita asistieron miembros de la familia Merry del Val, representantes de la Pontificia Academia Eclesiástica y del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede.

En su discurso, el Papa evocó con gratitud la vida y obra del Cardenal Merry del Val (1865–1930), quien fue Secretario de Estado de San Pío X y una de las figuras más destacadas de la diplomacia pontificia del siglo XX. “Damos gracias al Señor por la figura del Siervo de Dios Rafael Merry del Val, quien nació en Londres en 1865, en un ambiente en que la apertura al mundo era cotidiana”, comenzó el Pontífice.

León XIV subrayó que la infancia cosmopolita del futuro cardenal —hijo de diplomático español y madre inglesa— “lo habituó desde temprano a diversas lenguas y culturas”, formándolo para reconocer la universalidad de la Iglesia. “Esa formación lo preparó como instrumento dócil al servicio diplomático de la Santa Sede en un tiempo marcado por grandes desafíos”, dijo.

El Papa recordó los primeros encargos del joven Merry del Val bajo el pontificado de León XIII, así como su labor como delegado apostólico en Canadá, donde trabajó “por la unidad de la Iglesia y por la educación católica”. Mencionó también su paso por la Pontificia Academia Eclesiástica, institución que hoy cumple 325 años, y que él mismo llegó a presidir.

Recordando su juventud —fue nombrado arzobispo titular de Nicea a los 35 años y cardenal secretario de Estado con sólo 38—, León XIV señaló que su vida demuestra que “la verdadera madurez no depende de los años, sino de la identificación con la plenitud de Cristo”.

Además de su servicio en la Curia Romana, el Pontífice destacó su cercanía pastoral en los barrios populares de Roma: “No fue sólo un diplomático de despacho: en Trastévere catequizaba, confesaba y acompañaba con cariño a los niños y jóvenes. Allí lo reconocían como un sacerdote cercano, padre y amigo”.

El Pontífice dedicó una parte importante de su discurso a las Letanías de la Humildad, oración compuesta por Merry del Val, de la que el Papa extrajo enseñanzas espirituales para quienes ejercen responsabilidades en la Iglesia y en el mundo.

“El deseo de reconocimiento es una tentación constante para quien ocupa responsabilidades”, señaló el Papa, citando la invocación “Del deseo de ser alabado, líbrame, Jesús”.

“El único triunfo verdadero —dijo— es poder decir cada día: ‘Señor, estoy donde Tú quieres, haciendo lo que Tú me confías, hoy’. Esa fidelidad silenciosa es la que da fruto”, agregó.

También meditó sobre otras súplicas de la oración, como “Del deseo de ser consultado” y “Del miedo a ser humillado”, afirmando que el Cardenal Merry del Val supo vivir su servicio “sin buscar visibilidad, con libertad interior y fidelidad al Evangelio”.

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El Pontífice resumió su legado en dos frases. La primera, su lema episcopal: “Da mihi animas, cetera tolle” (“Dame almas, quítame lo demás”), que pidió fuese la única inscripción sobre su tumba en las criptas de San Pedro. “Bajo la cúpula que guarda la memoria del apóstol —dijo el Papa—, quiso reducir su nombre a esa súplica desnuda. Ni honores, ni títulos, ni biografía; sólo el grito de un corazón de pastor”.

La segunda frase, tomada de las Letanías, expresa su comprensión de la santidad: “Que los demás sean más santos que yo, con tal que yo sea todo lo santo que pueda”. “La santidad —comentó León XIV— no se mide por comparación, sino por comunión. Hemos de trabajar por la santidad propia mientras impulsamos la de los demás, caminando juntos hacia Cristo”.

El Papa concluyó su mensaje dirigiéndose a los descendientes y admiradores del cardenal: “Queridos hijos de la familia Merry del Val, que el recuerdo de este verdadero diplomático del encuentro sea motivo de gratitud profunda y una inspiración para quienes colaboran con el Sucesor de Pedro. Que la Virgen María, a quien Rafael Merry del Val amó con ternura filial, nos enseñe a unir verdad y caridad, prudencia y audacia, servicio y humildad, de modo que en todo resplandezca sólo Cristo”.

La audiencia culminó con el Padre Nuestro rezado en común, en un ambiente de recogimiento y gratitud por la memoria de uno de los grandes servidores de la Santa Sede.


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