El Papa León XIV ha presidido este 11 de octubre en la Plaza de San Pedro el rezo del Santo Rosario por la paz, en el marco de la vigilia de oración por el Jubileo de la Espiritualidad Mariana y de la Jornada de Oración por la Paz convocada por el Pontífice el 24 de septiembre.
A continuación, la meditación pronunciada por el León XIV:
Queridos hermanos y hermanas:
Nos hemos reunido en oración, esta noche, junto con María la Madre de Jesús, como solía hacerlo la primera Iglesia de Jerusalén (Hch 1,14). Todos unidos, perseverantes y con un mismo sentir, no nos cansamos de interceder por la paz, don de Dios que debe convertirse en nuestra conquista y nuestro compromiso.
Espiritualidad mariana auténtica
En este Jubileo de la espiritualidad mariana, nuestra mirada como creyentes busca en la Virgen María la guía de nuestra peregrinación en la esperanza, contemplando sus «virtudes humanas y evangélicas, cuya imitación constituye la más auténtica devoción mariana» (Cf. CONCILIO VATICANO II, Const. dogm. Lumen Gentium, 65.67). Como ella, la primera creyente, queremos ser un seno que acoja al Altísimo, «humilde tienda del Verbo, movida sólo por el viento del Espíritu» (S. JUAN PABLO II, Angelus, 15 agosto 1988). Como ella, la primera discípula, supliquemos el don de un corazón que escucha y se vuelve fragmento de un cosmos que acoge. A través de ella, Mujer dolorosa, fuerte y fiel, pidamos que nos alcance el don de la compasión hacia todo hermano y hermana que sufre, y hacia todas las criaturas.
Contemplemos a la Madre de Jesús y al pequeño grupo de mujeres valientes al pie de la Cruz, para aprender también nosotros a permanecer, como ellas, junto a las cruces infinitas del mundo, donde Cristo sigue crucificado en sus hermanos, para llevarles consuelo, comunión y ayuda. En ella, hermana de humanidad, nos reconocemos, y con las palabras de un poema le decimos: