El Papa León XIV aseguró que la misión de la Iglesia no es “administrar un poder sobre los demás” sino comunicar la alegría de la Resurrección, al tiempo que instó a seguir el ejemplo de Cristo en el cenáculo y no tener miedo de mostrar las heridas “por orgullo” o “por el temor de parecer débiles”.
“El centro de la misión de la Iglesia no consiste en administrar un poder sobre los demás, sino en comunicar la alegría de quien ha sido amado justamente cuando no se lo merecía”, explicó durante la Audiencia General de este miércoles.
Así recalcó que la responsabilidad de los cristianos es “ser instrumentos de reconciliación en el mundo”.
El Pontífice dedicó su catequesis a la Resurrección que, según dijo, “no es un triunfo estruendoso, no es una venganza o una revancha contra sus enemigos” sino el testimonio de cómo el amor es “capaz de levantarse después de una gran derrota para proseguir su imparable camino”.
León XIV describió como Cristo se aparece a los apóstoles sin “gestos de potencia”, sino con la “mansedumbre” que demuestra “la alegría de un amor más grande que cualquier herida y más fuerte que cualquier traición”.
Cuando emerge de los abismos de la muerte, continuó, “lo hace con extrema discreción, sin forzar los tiempos de su capacidad de acoger”.