Durante las fiestas patrias, que se celebran en México alrededor del 16 de septiembre, es común que la mesa se engalane con un platillo que evoca identidad y tradición: el chile en nogada. Su origen, sin embargo, va más allá de la gastronomía; fue creado por religiosas para celebrar una nación recién formada.
Las Agustinas Recoletas surgieron en Europa en el siglo XVI como una rama de la Orden de San Agustín, con la misión de llevar una vida más austera. En México, la orden se estableció en 1688 en el Convento de Santa Mónica, en el estado de Puebla, que se convirtió en la casa principal de las religiosas durante el virreinato de la Nueva España.
El 16 de septiembre de 1810 inició la lucha por la independencia de México respecto de España. Once años después, el 27 de septiembre de 1821, la unión de diversas fuerzas insurgentes y realistas encabezadas por Agustín de Iturbide, consumó la independencia. Poco después, Iturbide fue proclamado como el primer emperador de la naciente nación mexicana.
La historia que conecta a estas religiosas con aquellos días decisivos, según relatan en entrevista con ACI Prensa las hermanas agustinas recoletas Tomasa Islas y Flor de María, se dio en agosto de 1821.
Antes de que Agustín de Iturbide llegara a la capital, pasó por Puebla tras la firma de los Tratados de Córdoba, documento que declaraba formalmente la independencia de España. Fue entonces que las monjas del convento decidieron homenajearlo con un platillo.