El Papa León XIV dedicó su predicación en la Audiencia General de este 20 de agosto a hablar del perdón “que no se detiene ante el rechazo”. Conozca el texto completo de esta catequesis.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy nos detenemos en uno de los gestos más conmovedores y luminosos del Evangelio: el momento en que Jesús, durante la última cena, ofrece el bocado a aquel que está a punto de traicionarlo. No es solo un gesto de compartir, es mucho más: es el último intento del amor por no rendirse.
San Juan, con su profunda sensibilidad espiritual, nos cuenta así ese instante: «Durante la cena, cuando el diablo ya había puesto en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de traicionarlo […] Jesús, sabiendo que había llegado su hora […] los amó hasta el final» (Jn 13,1-2). Amar hasta el final: esta es la clave para comprender el corazón de Cristo. Un amor que no se detiene ante el rechazo, la decepción, ni siquiera la ingratitud.
Jesús conoce la hora, pero no la sufre: la elige. Es Él quien reconoce el momento en que su amor tendrá que pasar por la herida más dolorosa, la de la traición. Y en lugar de retirarse, acusar, defenderse... sigue amando: lava los pies, moja el pan y lo ofrece.
«Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato» (Jn 13,26). Con este gesto sencillo y humilde, Jesús lleva adelante y a fondo su amor. No porque ignore lo que está sucediendo, sino precisamente porque lo ve con claridad. Ha comprendido que la libertad del otro, incluso cuando se extravía en el mal, todavía puede alcanzarse con la luz de un gesto manso. Porque sabe que el verdadero perdón no espera el arrepentimiento, sino que se ofrece primero, como un don gratuito, incluso antes de ser acogido.