El Papa León XIV visitó este domingo 17 de agosto la localidad italiana de Albano y celebró una Misa en el Santuario de Santa Maria della Rotonda. En su homilía dijo que cuando Cristo afirma que “vino a traer fuego a la tierra”, se refiere al “fuego del amor” que se opone a la indiferencia y a la prepotencia.
A continuación, la homilía pronunciada por el Papa León XIV:
Queridos hermanos y hermanas:
Es una alegría estar juntos, para celebrar la Eucaristía dominical, que nos brinda un gozo aún más profundo. Si ya es un don estar hoy cerca y vencer la distancia mirándonos a los ojos, como auténticos hermanos y hermanas, es un don más grande vencer la muerte en el Señor. Jesús ha vencido la muerte —el domingo es su día, el día de la resurrección— y nosotros ya comenzamos a vencerla con Él. Es así, cada uno de nosotros llega a la iglesia con ciertos cansancios y miedos —a veces más pequeños, a veces más grandes— y de repente estamos menos solos, estamos juntos y encontramos la Palabra y el Cuerpo de Cristo. De esa manera, nuestro corazón recibe una vida que va más allá de la muerte. Es el Espíritu Santo, el Espíritu del Resucitado, el que hace esto entre nosotros y en nosotros, silenciosamente, domingo tras domingo y día tras día.
Nos encontramos en un antiguo santuario cuyos muros nos abrazan. Se llama “Rotonda” y la forma circular, como en la Plaza de San Pedro y como en otras iglesias antiguas y nuevas, nos hace sentir acogidos en el seno de Dios. La iglesia por fuera, como algunas realidades humanas, puede parecernos áspera; pero su realidad divina se manifiesta cuando atravesamos la puerta y encontramos acogida. Entonces nuestra pobreza, nuestra vulnerabilidad y sobre todo los fracasos por los que podemos ser despreciados y juzgados —y en ocasiones nosotros mismos nos despreciamos y nos juzgamos— son finalmente acogidos en la dulce fuerza de Dios, un amor sin asperezas, un amor incondicional. María, la madre de Jesús, es para nosotros signo y anticipación de la maternidad de Dios. En ella nos convertimos en una Iglesia madre, que genera e regenera no en virtud de un poder mundano, sino con la virtud de la caridad.