En el corazón de los Picos de Europa, al norte de España, en Asturias, se encuentra la comarca de Cabrales, que forma parte de la llamada España vaciada. La falta de población, la escasez de sacerdotes y la secularización también hacen mella en la Iglesia. Para paliar esta realidad, nació hace unos años el proyecto “Patrimonio que da vida”.
En Ortiguero, una aldea cerca de Cabrales, todo parece tranquilo a las 10 de la mañana de un lunes de julio. Pero, si uno se adentra por las calles estrechas que recorren sus casas apiñadas, se encuentra a tres jóvenes lijando con esmero la pequeña iglesia de San Julián, una joya construida a finales del siglo XVII cuyas pinturas interiores despiertan la devoción.
Son parte del grupo de cerca de 70 estudiantes y profesores de la Universidad San Pablo CEU de Madrid quienes, animados por uno de los capellanes, el P. Daniel Rojo, dedican parte de sus semanas de descanso estival a reconstruir templos y comunidades católicas.
A las afueras de la aldea, en el templo dedicado a San Roque, contiguo al cementerio, otro retén numeroso de universitarios se afana entre andamios, bancos apilados, cubos de pintura, rodillos, lijas y buenas dosis de esfuerzo y alegría cristiana.