El director ejecutivo de Hospice UK, Toby Porter, advirtió que los pacientes con enfermedades terminales podrían sentirse empujados al suicidio asistido, si esta práctica recibe más financiación pública que los hospicios, que actualmente dependen, en gran parte, de la caridad para funcionar en el Reino Unido.
“Si los cuidados paliativos no reciben inversión y toda la atención se concentra en el suicidio asistido, eso significará que las necesidades del 1% se priorizarán por encima de las necesidades del 99%”, declaró Porter, cuya organización representa a más de 200 hospicios en el Reino Unido.
Sus declaraciones surgen tras la tercera lectura del Proyecto de Ley para Adultos con Enfermedades Terminales (Fin de la Vida) —aprobado por la Cámara de los Comunes en noviembre de 2024—, que busca legalizar el suicidio asistido.
El líder laborista Keir Starmer ha asegurado que encontraría los recursos para financiar un servicio de suicidio asistido, pero no se ha comprometido a aumentar los fondos para los cuidados paliativos, algo que Porter considera una “traición a la población”.
“No se puede ignorar el interrogante moral sobre la suposición, que todos hacemos hasta que se nos diga lo contrario, de que un servicio de muerte asistida será financiado íntegramente por el Estado, mientras que los cuidados paliativos que brindan los hospicios sólo reciben un 30% de fondos públicos y un 70% de aportes caritativos”, subrayó Porter.
Porter, quien testificó ante el Comité del proyecto de ley en enero, alertó sobre el riesgo de que “toda nuestra energía se concentre en cómo este 1% morirá y en asegurar que tengan la opción que desean, pero no hagamos nada sobre todas las opciones que deberían existir dentro de los cuidados paliativos para el 99% restante”.