El Arzobispo de Teherán (Irán), Cardenal Dominique Mathieu, comparte su “diario de guerra”, en el que afirma que la oración al Señor ayuda a no sucumbir a las seducciones del mal, y a reconocer que el Señor está presente siempre, aunque no parezca así.
“En el undécimo día de la guerra”, el purpurado compartió su reflexión con Asia News, y señala que ante la situación actual “el Señor es la única conexión estable, que hay que alimentar con la oración, para no sucumbir a las seducciones del mal, que inunda la línea de miedos y preocupaciones y hace que nos hundamos. ¿No decían los discípulos: ‘Maestro, ¿no te importa que perezcamos?’ (Marcos 4,38)?”.
La reflexión del cardenal se da luego que el fin de semana Estados Unidos bombardeara varias instalaciones nucleares en Irán —en conflicto con Israel— y que el régimen iraní respondiera atacando bases militares estadounidense en Qatar e Irak.
En Teherán —donde a causa de la guerra es frecuente el silencio en las calles— “lo primero que se hace al levantarse es subir a la terraza de la azotea para observar las columnas de humo, que indican los lugares bombardeados”.
“El otro ritual es abrir la puerta de entrada y echar un vistazo a la calle, vacía de coches y personas de un extremo a otro, salvo por un gato demacrado en busca de cariño y algo de comer”.
Los días, prosigue el purpurado, “ya no transcurren como antes. Largos silencios, en los que el más mínimo ruido suscita el temor de un nuevo ataque, interrogan a las mentes sobre si es el momento de emprender algo o no”.