El 7 de mayo, se espera que 133 cardenales electores entren en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo pontífice, sucesor del Papa Francisco, quien evitó otorgar el birrete cardenalicio a las arquidiócesis tradicionales y prefirió concederlo a lugares remotos, muchos de los cuales nunca antes habían tenido un cardenal.
De los 133 cardenales con derecho a voto en este cónclave, 108 fueron creados por el Papa Francisco y, por lo tanto, participarán por primera vez en la elección de un pontífice.
En comparación con el cónclave de 2013 que eligió al Papa Francisco, esta vez ninguna de las grandes sedes tradicionalmente encabezadas por un cardenal estará representada, incluyendo las arquidiócesis de Sydney, Viena, Génova, París, Milán, Palermo, Armagh y Cracovia.
La decisión del Papa Francisco de elegir cardenales de países y sedes no tradicionales ha cambiado drásticamente lo que solían ser representaciones grandes y poderosas dentro del colegio, como la de los cardenales italianos.
Ahora, sólo 52 europeos entrarán en la Capilla Sixtina, menos de la mitad del cuerpo electoral. De estos 52, sólo 17 son italianos, incluyendo cardenales de la Curia —los que trabajan en el Vaticano— y los que residen en Roma.
La presencia italiana se ha reducido significativamente en comparación con el cónclave de 2013, que contó con 28 cardenales de origen italiano.