La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua ha prohibido, por tercer año consecutivo, las procesiones en las calles del país, donde la Iglesia Católica sufre una feroz persecución por parte del régimen desde hace algunos años.
“Antes salíamos a las calles y hacíamos un recorrido por las comunidades, ahora ya no. Tenemos que hacerlo dentro del templo, y eso merma un poco la religiosidad popular, porque a la gente le gustaba la procesión. Ahora, solo rezamos y leemos las estaciones”, comenta al diario Confidencial un fiel de nombre Marcos, que sirve en una iglesia en Managua.
Aurelio, de 35 años, señala a su turno: “Ya conocemos quiénes son los que llegan de civil, recientemente hubo una kermés y ahí los vimos. Toman fotos, ven quiénes están y qué se está haciendo. El sacerdote debe brindar información”.
Según el citado diario, la dictadura pondría 14.000 policías en las calles para evitar procesiones en la Semana Santa de Nicaragua.
A finales de marzo, Martha Patricia Molina, investigadora y abogada nicaragüense en el exilio, detalló que existe un “Plan Verano 2025” policial, que “incluye el asedio e intimidación de policías a sacerdotes” para recordarles dos órdenes que deben cumplir para no terminar en la cárcel: “la no autorización de realizar procesiones” y “no mencionar en sus homilías y actividades religiosas nada en contra del ‘gobierno”.