En medio de una de las crisis más graves que atraviesa Cuba, un grupo de hermanas de la Compañía de María trabajan con ancianos, jóvenes y mujeres, brindando acompañamiento y oportunidades de crecimiento.
“Es un tiempo de compartir y recibir esperanza, de mirar con osadía el futuro”, afirmaron estas religiosas recientemente a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés), a pesar de la dolarización, la inflación y la escasez de insumos básicos.
En el barrio del Diezmero, en las afueras de La Habana, las hermanas enfrentan el desafío de asistir a familias que luchan contra la falta de empleo y recursos. “Cada día son más las personas que tocan nuestra puerta para pedirnos ayuda. Pero seguimos apostando por mantener nuestra presencia y colaboración aquí”, aseguran.
Su labor incluye el apoyo a los ancianos y la orientación de los jóvenes para alejarlos de vicios y riesgos sociales. “A pesar de todo, nosotras somos testigos de cómo Dios ayuda a los demás a descubrirse amados y queridos”, cuentan.