El Vicario del Papa para la Diócesis de Roma, el Cardenal Baldassare Reina, celebró el 27 de febrero una Misa por la pronta recuperación del Pontífice, invocando la ayuda de un crucifijo milagroso muy venerado en la Ciudad Eterna.
En plena pandemia de coronavirus, el Papa Francisco rompió las reglas del aislamiento por una buena causa. Salió del Vaticano para desplazarse hasta la iglesia de San Marcello al Corso, donde se conserva un crucifijo, muy venerado por todos los romanos.
Poco días después la efigie de madera fue retirada del altar y transportada hasta la Plaza de San Pedro para que estuviera presente durante la bendición Urbi et Orbi que realizó el Santo Padre el 28 de marzo del 2020.
La historia milagrosa de este crucifijo comenzó cuando se salvó de forma inexplicable de un violento incendio que destruyó esta iglesia de Roma en la noche del 22 al 23 de mayo de 1519. A la mañana siguiente todo el edificio se había reducido a escombros, pero de entre las ruinas apareció intacto el crucifijo del altar mayor, al pie del cual aún arde una pequeña lámpara de aceite.