El domingo del Super Bowl, los jugadores de los Kansas City Chiefs y los Philadelphia Eagles compiten por un campeonato, un anillo, dinero (178.000 dólares para los ganadores versus 103.000 para los perdedores) y un logro de toda una vida.
Los obispos católicos de sus respectivas diócesis tienen cosas más modestas en juego: comida, una donación de 500 dólares y el derecho a alardear.
Aun así, los obispos están hablando de cosas clericales sobre su apuesta supuestamente amistosa.
Se trata de una revancha para el Obispo de Kansas City, Mons. James Johnston, y el Arzobispo de Filadelfia, Mons. Nelson Pérez, cuyos equipos de sus respectivas ciudades se enfrentaron en el gran partido hace dos años. (Kansas City ganó, 38-35, la primera de dos victorias consecutivas en el Super Bowl. Filadelfia ganó el título en 2017, su único campeonato en la era del Super Bowl).
Durante años, los obispos de las diócesis cuyos equipos llegan al Super Bowl han estado haciendo apuestas públicas sobre el resultado. Este año, si ganan los Eagles, se supone que Mons. Johnston le proporcionará la barbacoa Jack Stack (famosa en la zona de Kansas City) a Mons. Pérez. Si ganan los Chiefs, Mons. Pérez le proporcionará el cheesesteak de Filadelfia a Mons. Johnston.
Cada obispo también promete una contribución de 500 dólares a las Catholic Charities de la otra diócesis si su equipo pierde.