En el rezo de las Vísperas por la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en la Basílica de San Pedro este sábado, el Papa Francisco instó a los sacerdotes, religiosos y consagrados a ser “portadores de luz” a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia, viviendo estos principios para transformar el mundo con el amor de Dios.
La luz de la pobreza
El Papa comenzó su reflexión invitando a los consagrados a ser “la luz de la pobreza”. Según el Pontífice, al practicar esta virtud y hacer “un uso libre y generoso de todas las cosas, se hace para estas mismas, portadora de bendición”.
El ejercicio de la pobreza en los consagrados, señaló el Santo Padre, rechaza todo lo que “puede ofuscar su belleza: el egoísmo, la codicia, la dependencia, el uso violento y con objetivos de muerte”. En cambio, afirmó que abraza “todo lo que la puede enaltecer: la sobriedad, la generosidad, el compartir, la solidaridad”.